1- Historia de Shangó.

Aggayú, el dueño del río, tuvo amores con Yemayá y de ellos nació Shangó; pero Yemayá no lo quiso y Obatalá lo recogió y lo crió. Al reconocerlo como hijo, le puso un collar blanco y punzó, le dijo que sería rey del mundo y le fabricó un castillo. Shangó bajó al Congo y se hizo un muchachón tan revoltoso que Madre de Agua Kalunga lo tuvo que expulsar de allí; entonces tomó su tablero, su castillo y su pilón, con los que había bajado del cielo, y emprendió el camino del destierro. Andando y andando, se encontró con Orula, a quien le dio el tablero porque sabía que era hombre de respecto y lo iba a cuidar.

Shangó se quedó adivinando con caracoles y coco, cantando, fiesteando y buscando broncas. Se casó con Obba, pero también vivía fijo con Oyá y Oshún. Oyá, como se sabe, era la mujer de Oggún, pero se enamoró de Shangó y se dejó robar por él. Este rapto dio origen a una guerra tremenda entre Shangó y Oggún. En cierta ocasión Shangó tuvo que esconderse de sus enemigos, que querían cortarle la cabeza, y se metió en casa de Oyá; ésta se cortó sus trenzas y se las puso, lo vistió con su ropa y lo adornó con sus prendas. Cuando Shangó salió de la casa, sus enemigos, muy respetuosos, creyeron que era la santa, le abrieron paso y lo dejaron escapar.

Cuentan que como Shangó peleaba y no tenía armas, Osain, que era su padrino, le preparó el secreto (ingredientes) del güiro. Cuando lo tocaba con el dedo y se lo llevaba a la boca, podía echar candela por ella. Con eso vencía a sus enemigos. Cuando se oye tronar, se dice que es porque Shangó anda de rumbantela con sus mujeres o que cabalga por el cielo.

Shangó tiene tres mensajeros: Araúa (el trueno), Mana Mana (el rayo) y Biri Aimeyé (la oscuridad). Recibe el nombre de Eletimo, que significa «propietario del conocimiento y el Ojo Brillante».

Combate desde la copa del árbol odán (jagüey macho) y, desde él salvó a Oddúa con su oshe cuando sus enemigos lo perseguían. También es propietario del árbol ewe iré (caucho de lages), que él llama tente en pié. Con los palos moruros y puesta del sol preparó el secreto de Osun. Conoce el remedio para curar la lepra, ya que con la ayuda de Osain, salvó a su hermano Babalú Ayé cuando éste enfermó, y se le identifica con un leopardo o un tigre que se lava con la sangre del carnero. El nombre del brujo de Shangó es Lakín Shekún y, dicen que con su aliento, mata y salva.

El yunque que lleva Obba entre sus herramientas y que está hecho de madera de ácana, se lo regaló Shangó como presente de bodas, y dicen los yorubas, que lo hizo el mismo día que labró su oshe.

Shangó en Eyilá Chebora (12) prohíbe fumar, pues fue en este oddun donde cocinó todos los ñames con el aire que sale por la nariz, y se le pone un collar blanco y rojo, con cuatro caracoles y cuatro glorias azules. Para este orisha no hay camino cerrado y le gustan mucho los higos, tanto frescos como secos. Vive en los árboles que tienen curujey encima. Él y Elegba hablan al amanecer.

2- Cuando Shangó respetó a Aggayú y a Oshún.

Oshún vivía con Shangó, y éste le hacía pasar muchos trabajos y le daba golpizas tremendas, le hacía trabajar para él. Ella cansada de la vida que le hacía llevar Shangó, fue un día a la orilla del río que había sido su casa y se encontró con un hombre grande y fuerte, que le prometió amores. Este era Aggayú. Ella, trastornada por aquel porte de fuerza viril y de sus avasalladoras palabras, cuando regresó a la casa se quedó pensando en éste y al día siguiente volvió a encontrarse con Aggayú de nuevo, a quien al requerirla de nuevo, no pudo resistir el asedio y cayó en sus brazos. Así pasó el tiempo, ambos amantes corneaban a Shangó, hasta que un día los sorprendió y se entabló una guerra entre Shangó y Aggayú por la posesión de Oshún.

Aggayú fue a verse con Orunmila, quien le vio este Ifá y le dijo: Maferefún Oshún, le marcó ebbo y le dijo a Aggayú: para que todo vuelva a la normalidad tienes que invocar a dos orishas de Ara Onu (que son los ancestros del río), que se llaman Irole e Ita, los cuáles te ayudarán. Aggayú así lo hizo, con dos gallos hizo ebbo, llegó a la orilla del río e invocó a estos dos Orishas.

Ita salió de una mata de jagüey e Irole de una mata de algarrobo. Con ellos Aggayú pactó y le dieron el poder de ser invencible. Demostró su poder sobre la tierra, a lo que Shangó respetó, y así Aggayú y Oshún pudieron seguir viviendo en el río con tranquilidad.

3- El Regalo de Obatalá a Shangó.

Después que Shangó derrotó a Oggún, volvió a su vida despreocupada de mujeres y fiestas. Oggún fue de nuevo a su fragua y a su trabajo. Los dos evitaron encontrarse siempre que fue posible, pero cuando se veían se oía un trueno en el cielo y relámpagos. Después de oír hablar de la pelea entre los dos hermanos, Obatalá convocó a Shangó. «Omo-milla,» dijo Obatalá a Shangó, «tu pelea con tu hermano me trae mucha tristeza. Tú debes aprender a controlar tu temperamento».

«Es su culpa,» dijo Shangó, «él ha ofendido no solamente a mi madre, pero fue detrás de Oyá e intentó interponerse entre Oshún y yo.»

«Mi hijo, él nunca debió ofender a tu madre,» dijo Obatalá, «pero él no es solo el culpable. Oyá era su esposa y Oshún le tentó. Por ofender a su madre se ha condenado a trabajar duro por el resto de su vida. Eso es un castigo grave. Té no eres totalmente inocente; tú tomaste a su esposa y a su amante. Entonces tú robaste su espada y su color. «Él mató a mi perro. Ahora él puede decir que los perros son de él», Shangó le dijo a Obatalá. «Entiendo tu resentimiento, dijo Obatalá», pero entiende que la energía incontrolada puede ser muy destructiva. Tu energía es grande, pero tú necesitas la dirección. Por eso te estoy dando este regalo». Obatalá sacó el collar de las cuentas blancas que él usó siempre y quitó una de las cuentas y se la dio a Shangó. «Usa esta cuenta blanca, como un símbolo de la paz y la sabiduría, con las cuentas rojas de tu collar. Te doy a ti el poder de controlar tu energía sabiamente. Tu puntería será justicia y no venganza. Nadie ni nada te superará nunca». A partir de ese momento Shangó usó su collar de cuentas rojas y blancas, y ha sido el orisha de la justicia.

4- La Disputa entre Shangó Obatalá.

Era un tiempo en que la tierra estaba sin gobierno y surgió una fuerte disputa entre Shangó y Obatalá por obtener el mismo y fue tan fuerte esta disputa que Shangó llegó a desafiar a Obatalá, para que ambos armados de sendas hachas decidieran quien gobernaba a la tierra.

Obatalá cansado de tantas discusiones, aceptó el reto, pero sabía que perdería con Shangó, por cuanto era aún más joven y más fuerte y hasta más rápido. Obatalá fue a casa de Orunmila, quien le vio este Ifá y le marcó rogación con: akuko meyi, asho funfun y dundun, semillas de melón. Los ingredientes y owo, y le dijo que le diera un akuko a Elegba y al otro a Oggún, para que ganara el pleito.

Elegba al comerse el akuko le dijo a Obatalá: mi padre vamos a ver y hablar con Oggún para que le haga las hachas para el duelo, fueron a casa de Oggún y al llegar allí Obatalá le dio el akuko y éste le dijo: No se preocupe que usted no perderá esa lucha. Elegba y Oggún prepararon las hachas, para la que iban a dar a Shangó le pusieron el cabo partido; pero de tal forma que éste no se diera cuenta de la trampa.

Cuando llegó el día de la pelea Olofin presidió la disputa y dio la orden de que la lucha comenzara, Obatalá cogió el hacha buena y Shangó cogió la otra sin advertir nada.

Anormal, en la misma Shangó dio dos fuertes golpes en el piso tumbando a Obatalá y cuando se dispuso a dar el tercero el cabo del hacha se partió; ocasión aprovechada por Obatalá para tirarlo en el piso y hacerlo rendirse.

Olofin al ver el resultado de aquella lucha le dijo a Obatalá: Desde este momento usted gobernará aquí en la tierra.